Desde ese mismo momento, él no volvió a ser como era antes, no volvió a sonreír, apenas salía con sus amigos, si a esas personas que sólo se preocupaban de acercarse a él cuando necesitaban algo se les podía llamar amigos, porque para lo bueno todo el mundo está, pero para lo malo ya hay que rebuscar un poquito más, y es que como dijo un filósofo los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano, primero te sacan lo que les interesa de tu persona y luego te joden la vida a medida que evoluciona, y es que a menudo, los humanos llegamos a confundir a otras personas para le beneficio propio, por ese afán de superación, o esa superioridad que nos dá el saber que tenemos a un montón de gente detrás que nos apoya, y ese es el fallo de las personas.
No os confundaís y aprended a diferenciar a un amigo de verdad, de los típicos amigos de turno y de los simples conocidos.
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